Hay algunas amistades que lejos de olvidarse, tienen el privilegio de ser emotivamente
recordadadas para siempre. Miguel Hernandez y Ramón Sijé (José Ramón Marín Gutiérrez)
comparten su sangre, ante los ojos de la poesía. Cuando Ramón murio, Miguel destrozado, escribió esta
terrible elegía, que ha cautivado a España desde los años 30.
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